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martes, 25 de enero de 2011

LA HISTORIA REAL DE VERONICA,EL ALMA MALDITO

Eran dos hermanas: Verónica y Begoña.

Las dos se parecían físicamente, pero en cuanto a su personalidad eran totalmente opuestas. Mientras que Verónica era una muchacha llena de virtudes, su hermana era todo lo contrario. Begoña era mezquina, malvada y envidiosa, muy envidiosa.

Cierto era que existía cierta predilección de los padres de ambas hacia Verónica. No se cansaban de elogiar a su hija Verónica ante las visitas, que si era muy hacendosa con la costura, que si rezaba mucho, que si era caritativa con los desfavorecidos, que pronto encontraría marido, etc, etc...

Mientras, detrás de la puerta, escuchaba Begoña cómo elogiaban a su hermana y de ella no decían nada. Así, con el tiempo, el odio de Begoña hacia Verónica fue creciendo.

Como todas las noches Verónica estaba leyendo la Biblia sentada en el sillón del cuarto de costura, y su hermana Begoña entró sigilosamente, deslizó su mano hasta el cajón de la mesa de la máquina de coser, y cogió unas tijeras.

Se acercó por detrás del sillón sin que Verónica se percatase, levantó la mano empuñando las tijeras que brillaron maléficamente, y en un segundo....

¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!,

Cinco veces las clavó en el blanco cuello de su inocente hermana.

La Biblia cayó al suelo, con las páginas llenas de sangre.
El libro cayó abierto, justo en el capítulo en que Caín mataba a Abel.
También cayó la dulce e inerte mano de Verónica a un costado del sillón.

La desgracia cayó sobre la familia. Begoña se quitó la vida estrangulándose con el cordón de su corsé en un manicomio, acosada por su imaginación que la hacía ver continuamente a su hermana muerta reprochando su vil acto.

Desde entonces hay gente que utiliza unas tijeras y una Biblia (aunque esto es sacrilegio y puede enfadar mucho al espíritu de Verónica) para entablar conversaciones con los habitantes del limbo.

Si os atrevéis a utilizar las tijeras y la Biblia, tened cuidado, puesto que si es el maléfico espíritu de Begoña el que os sale, las tijeras pueden cobrar vida y...

¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!, ¡CHASS!,


Fin.

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